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joelmontoya

Rutas Biográficas

El primer fracaso

El primer fracaso en la incursión como profesor de fotografía no se dio en los primeros días, la angustia llegó cuando se acabó el discurso en unas cuantas sesiones. Fue precisamente cuando se trató de explicar conceptos referentes a la forma y composición de la imagen utilizando como única herramienta didáctica un gís y el pizarrón. No por mucho hablar se enseña más, nos dice Saturnino de la Torre, pero ¿cómo evitarlo ante la falta de imágenes en una clase de imágenes? ¿Cómo explicar la teoría del color y las características de una fotografía captada con gran angular? Ante la falta de libros en bibliotecas y salas de proyección ¿cómo podría el alumno acercarse a la propuesta visual de tantos autores que sin duda enriquecerían su experiencia visual?. Descubríamos entonces una de las contradicciones presentes en la enseñanza de la fotografía: por un lado el alarde tecnológico unido a la imagen en nuestra época y por otro, aulas, laboratorios y métodos de enseñanza decadentes.

LA EXPERIENCIA DEL CUPEI
En la Universidad se propuso la creación del Centro Universitario para la Producción y Estudios de la Imagen, y se obtuvieron recursos para equipar tres nuevos laboratorios con tecnología informática y audiovisual para la Licenciatura en Comunicación: Laboratorio de Producción y Estudios de la Imagen, Laboratorio de Producción de Materiales Didácticos y el Laboratorio para la Enseñanza de la Imagen.
Entre los argumentos que presentamos para justificar la pertinencia del proyecto destaca la mención del problema de la alfabetidad visual de la sociedad y su relación con las instituciones educativas. En específico que el proceso de enseñanza-aprendizaje de la fotografía en la entidad se reduce a aspectos puramente técnicos para la producción o reproducción de imágenes y que ni siquiera las academias de arte o instituciones culturales habían incorporado contenidos teóricos y conceptuales sobre la disciplina; además señalamos la falta de materiales didácticos y bibliográficos, de infraestructura y las deficiencias en la preparación de los docentes.
Al principio llegaron las felicitaciones del cuerpo de docentes y administrativos, según supimos, de 49 proyectos de la División de Ciencias Sociales sometidos a concurso sólo dos habían obtenido recursos, uno era el nuestro. En poco tiempo nos dimos cuenta que esto más que enorgullecernos debería ser motivo de preocupación, porque al hacernos visibles...

La historia empezó así

La aventura inicia cuando aún cargaba una cámara al hombro y buscaba combinar las tareas de estudiante con el oficio de fotógrafo de la nota roja de un periódico y también, por alguna obsesión, con la fotografía de teatro y danza contemporánea que frecuentemente se presentaban en Hermosillo, ejercicio que en poco tiempo nos llevó, en complicidad con un amigo a montar nuestra primera exposición. Eso fue suficiente para que el gremio y los funcionarios culturales nos calificaran como artistas.
¿La fotografía es arte?¿Esto que hacemos es arte?¿Son artistas los reporteros gráficos? Curiosamente no fueron los maestros de la escuela, ni los artistas, ni los fotógrafos, los que apagaron la duda, porque casi todos frente a sus clientes se dicen artistas. La luz llegó del único libro raro entre los libros de fotografía que se encuentran en la biblioteca de la Universidad, de esos que no dan consejos técnicos para captar los más hermosos atardeceres, o recetas para elaborar finos retratos; era La fotografía un Arte Intermedio de Pierre Bourdieu.
Después llegó una invitación para un encuentro en Coahuila con fotógrafos del norte y empezó otra aventura. Resulta que en otras latitudes había quienes se identificaban con nuestras inquietudes y problemas; por alguna razón creímos en la posibilidad de rebasar fronteras y unificar esfuerzos para hacer algo que permitiera el desarrollo de la fotografía en nuestras regiones, en esa reunión se habló de identidad, de la diferencia cualitativa entre la fotografía del centro de la república y la del norte de México, de la falta de apoyo federal a provincia y de la necesidad de crear una red de intercambio entre los estados fronterizos.
Una segunda reunión en Chihuahua dio como resultado la fundación del Corredor Fotográfico Fronterizo, asociación de fotógrafos que en Sonora ha promovido por lo menos 250 actividades desde 1994 en una campaña intensa y sin precedentes en la historia del Estado, donde han participado fotógrafos, aficionados, instituciones privadas y de gobierno, universidades, medios de comunicación y empresas.
El evento fuerte ha sido Fotoseptiembre, festival fotográfico al que convoca el Centro de la Imagen del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes cada dos años. En nuestro Estado es tanta la euforia que se organiza anualmente por iniciativa de fotógrafos.
Gracias a este movimiento llegaron a Sonora las obras de grandes autores mexicanos, Tina Modotti, Ambra Polidori, Byron Brauchli, Frida Hartz, Pablo Ortiz Monasterio, Manuel Álvarez Bravo y muchos otros autores contemporáneos; colectivas como las Bienales de Fotoperiodismo y la Bienal Nacional de Fotografía, ésta ultima compuesta por más de 700 imágenes. Además se han organizado cursos y talleres sobre temáticas variadas, donde es importante destacar su beneficio, pues para acercarse a este conocimiento en otros tiempos, cualquier interesado hubiera necesitado acudir personalmente al Distrito Federal y costear individualmente los gastos de hospedaje, alimentación y transporte.
Si algo caracteriza a este movimiento es su espontaneidad y el ambiente festivo que propicia la participación de todos los que se dedican por afición o profesionalmente a la fotografía. La exposición ha sido para el que muestra su trabajo un lugar de encuentro con amigos y desconocidos, un boleto de entrada a un círculo social que empieza a gozar de cierto prestigio. Exponer en nuestras galerías afortunadamente aún no es mucho problema, independientemente de la calidad de las propuestas, todo se acepta; aunque esto también es muestra del nivel de desarrollo y conocimiento de la fotografía sonorense que con dificultad ha logrado traspasar fronteras.
Después de varios años creímos que ha este movimiento le faltaba algo de sustancia, que era necesario ir mas allá de los escaparates festivos, acercar la actividad al conocimiento y a los que lo trasmiten o construyen a los fotógrafos. Escribimos entonces Fundamentos Teóricos para un Movimiento Fotográfico, trabajo presentado como un reporte profesional para obtener el título de licenciatura que pretendía; además, hacer del conocimiento de los fotógrafos toda una serie de informaciones y conceptos que creímos de utilidad para trazar estrategias de acción y encauzar por el mejor camino aquellas iniciativas y voluntades que creíamos debían unirse a cierto tipo de racionalidades.
Para entonces teníamos las primeras experiencias como docente del la asignatura Taller de Fotografía en la escuela de comunicación.